Me especializo en el tratamiento de los duelos y puedo transmitir que, desde mi experiencia, se constata que, aún en el dolor, pueden ser elaborados y dar lugar a que la vida siempre merezca ser vivida. Este artículo incluye algunas consideraciones sobre cómo lograr, con la psicoterapia, ese camino.
Fases del duelo
Las fases o momentos a transitar en un duelo abarcan:
Negación.
Trabajo de las emociones posteriores a la pérdida. Las mismas pueden incluir sentimientos de dolor, enojo, impotencia, frustración, desesperación y tristeza.
Adaptación a la nueva realidad.
Superación del duelo. Esta última no es sinónimo de olvido sino de continuar el camino de la vida con nuevos objetivos aceptando lo acontecido. Es como si se pensara que “Sí, pasó, pero…Ya pasó”.
Experiencia vital y ejercicio profesional
En mi historia personal como también en mi desarrollo profesional he vivido, sentido, asistido y acompañado a otras personas en duelos emocionales. He acompañado y atendido terapéuticamente a personas que sufrieron la pérdida de seres queridos. También he trabajado desde mi profesión con personas que tenían que realizar duelos por pérdidas en el nivel y físico. Se trataba, por ejemplo, de pérdidas por amputación de ciertas partes del cuerpo.
Durante mi ejercicio profesional, en el año mil novecientos ochenta y uno, trabajé en el Instituto de Rehabilitación Psicofísica atendiendo psicológicamente a pacientes que transitaban la conmoción de un duelo por haber perdido un miembro. En todos ellos el común denominador, entre otras aspectos, era el dolor en aquella parte del cuerpo que ya no estaba en presencia física pero si mental y emocionalmente.
Años después trabajé acompañando psicoterapéuticamente a pacientes que solicitaban ayuda para transitar su duelo por el fallecimiento de familiares.
Duelo…..Aceptación…Vida
La idea central que deseo transmitir radica en el convencimiento de que la terapia colabora con la persona en que no quede no quedar atrapada en lo que fue. Por el contrario, que pueda avanzar en la nueva construcción de lo que es. Este camino, es posible de ser construido en el contexto de una psicoterapia. Les dejo a continuación un texto breve con palabras profundas y bellas.
Rota se camina igual-por Lorena Pronsky
Me gusta porque no se le nota que está rota
Me contagia esa idea de que se puede ser feliz a pesar de tener un corazón despedazado.
Yo sé que así lo tiene. Le falta una pieza de esas que nunca más va a encontrar. Ella va a vivir sin una parte para siempre. Con un corazón desarmado que nunca va a armarse de nuevo. Pero la piba se para igual. Se para y no se le nota que renguea. Sigue. Sigue jugando con esas piezas que le quedan, sabiendo que nunca más va a volver a tener el rompecabezas armado arriba de la mesa.
Ella sigue caminando con ese vacío incrustado en el pecho. Sigue jugando con lo que le queda. Guarda el dolor de la pieza que le falta para otro momento. Ella se sigue parando. No está sanada. No va a sanar. Lo sabe. Pero se para con esa fortaleza del que sabe que así es la vida. Ella ya entendió todo. Sabe que perdió la batalla. Lo sabe. Pero se ríe. Y a veces disfruta. Contagia la idea de que se puede. Que, aún rota, se puede si se quiere.
Ella perdió justo lo que no tenía que perder. De todas las cosas posibles, justo esa no tenía que perderla. Pero la perdió. Y le duele en el pecho y en la garganta.
Extraña. No se agarra de nada que la distraiga de la verdad de saber que no está y que no va a volver. Pero ella sigue.
A veces tropieza pero cree que tropezar mirando el cielo siempre compensa. Sigue. No tiembla.
Y entonces a mí, me gusta esa sonrisa en su cara. Me hace pensar que se puede. Me gusta ver que sigue con lo que tiene. Que no busca reemplazos. Me gusta verla porque me planta una evidencia que me cuesta asumir. Si, la gente rota puede seguir su curso. Puede ser feliz.
Ella es feliz. Y está hecha pelota.
No es careta. No es valiente. Es simplemente una piba que, rota, camina igual.