En principio conviene tomar en cuenta que múltiples abordajes psicológicos toman como eje en el abordaje de este padecer, de esta enfermedad, la problemática de la adicción. Las consideran casi como adicciones sin droga; más precisamente, las conciben como adicción a la comida.
Es interesante tener en consideración que la palabra adicto significa esclavo; también alude a lo no-dicho. A partir del aporte de Lacan, ya no se trataría del objeto comida-en su sustancia-sino de la crisis en relación con lo imposible de decir, vinculada a la acción-acto. Puede pensarse que la anorexia es un síntoma de un deseo particular, deseo de nada. Comer para expulsar, masticar para escupir, comer para vomitar. Vaivenes de la pérdida y el reencuentro. Podría expresarse diciendo “…cuanto más como menos hablo…”; “…cuanto menos como, más historia me hago…””…El comer no me deja pensar…”.
Las alteraciones provocadas por la anorexia y la bulimia afectan el cuerpo biológico es decir, la salud orgánica. En este aspecto, hay un punto de urgencia clínico que no puede soslayarse ya que se trata de un paciente en riesgo. Por ello es imprescindible una atención interdisciplinaria que incluya las especialidades clínica, también especialista en nutrición y atención psicológica.
En mí opinión es un momento importantísimo en el transcurso del tratamiento psicoterapéutico el momento en el que el paciente descubre que su angustia no está referida a la comida aunque esté ligada a ella.
En ésta enfermedad darse el atracón (bulimia) o restringirse( anorexia) se constituyen en un atenuante del dolor de existir.
En el paciente anoréxico, bulímico, el alimento es algo a lo que está sometido. Es esclavo de él. Es un vínculo especial, exclusivo, intenso y amoroso. A la vez despótico por ser deseado y temido, idealizado y siniestro.
Abordar la Anorexia y la Bulimia cómo adicción nos lleva a suponer que el tema está centrado en la comida y va más allá de ello. Está vinculado además y por sobre todo a la dimensión del acto impulsivo-compulsivo y la connotación personal que le da la persona al acto de comer y la búsqueda de un cuerpo ideal.
Como expresa Platón en su obra El Banquete: “..Cualquier otro que siente deseo, desea lo que no tiene a su disposición y no está presente; desea lo que no posee, lo que él no es y aquello de que carece. ¿No son estas o cosas semejantes el objeto del deseo y del amor? ¿No es el amor en primer lugar amor de algo y en segundo lugar de aquello de que está falto?”
El desafío del análisis consistirá brindarle al paciente una base para que pueda ir construyendo un sostén de si mismo.
Email: elfaropsibsas@gmail.com
¿Optás por no padecer y construir caminos nuevos en un mar encrespado? Potenciemos favorablemente tu vida.
Somos profesionales con sólida formación académica y trayectoria en hospitales e instituciones públicas y privadas.
Brindamos a la comunidad tratamientos psicológicos presenciales, por Skype o videollamada, con turnos a la brevedad. Atendenmos en consultorios ubicados en CABA y Gran Buenos Aires.
Brindamos a la comunidad tratamientos psicológicos presenciales, por Skype o videollamada, con turnos a la brevedad. Atendenmos en consultorios ubicados en CABA y Gran Buenos Aires.
En casos de urgencias concurrir lo antes posible a las guardias.
Todos los artículos de este blog son responsabilidad exclusiva de sus autores.
Psicoterapia y Alfabetización - por Clara Jasiner
¿Qué relación se puede postular entre estos dos conceptos relativos a la salud y a la
educación?
Figura 1.
¿Nuestras prácticas educativas y alfabetizantes se
relacionan entre sí?
MI respuesta es que sí es posible
y aún más, imprescindible, considerar legítima esa relación. Por ello expreso,
en mis artículos y en mi práctica psicoterapéutica, que:
La psicoterapia favorece la
alfabetización y la alfabetización
conlleva efectos psicoterapéuticos.
Ambas se relacionan de diferentes
modos específicos para cada una, con la construcción de zonas subjetivas de
acotamientos que permiten y favorecen la simbolización, la instalación y puesta en juego de la palabra y, con ello,
la moderación de la impulsividad.
Chau fracaso escolar
Es un método terapéutico alfabetizador que fue creado por mí articulando psicoterapia y
alfabetización. También, de ese modo, permite des-etiquetar a los niños, dado que los rótulos producen
efectos potenciantes de lo que nominan.
Método creado para atender niños
que cargan con el ´rotulo de fracaso escolar y con etiquetas como hiperactividad, déficit en la concentración
y otras aún más cristalizantes de las dificultades que pudieran emerger en el
contexto escolar.
Trabajo con una
modalidad que intersecta lo psicoterapia con la
alfabetización, ayudando a los niños a ingresar en los códigos y la
lógica que la misma exige. El ámbito terapéutico tiene en cuenta, por
ejemplos, el boletín, el cuaderno de clase o la carpeta y también, cómo
estudia cada niño y qué vínculo tiene con los y las docentes, con la
escuela y con el grupo de compañeros.
Tomar la palabra
Figura 2.
Me gusta la Figura 2 porque muestra espacios destinados a la palabra, a la enunciación, a aquello relacionado con el ingreso a la alfabetización que hace que la misma sea pscoterapéutica y la psicoterapia propicie la alfabetización.
Nota: sucesivos
artículos brindarán más detalles de mi perspectiva. Conviene aclarar que la
misma no desconsidera los puntos de vista neurológicos y psiquiátricos si,
efectivamente se presenta, por ejemplo, un problema de organicidad. Todo ello, sin embargo, partiendo de la
perspectiva que formulo en este artículo.
Estoy en Crisis - Por Susana Leone
Este artículo surge de mi experiencia profesional en la atención de pacientes en situación de crisis. Durante la misma he constatado la validez de los ítems que menciono aquí.
¿Qué es una crisis?
Se trata de un estado temporal de trastorno y desorganización. Se caracteriza por la incapacidad de las persona para abordar situaciones particulares, utilizando los métodos acostumbrados que ponemos en marcha para la solución de problemas.
Pasamos por una crisis que llamamos vital, cuando no nos podemos enfrentar a los acontecimientos que se van sucediendo en nuestra vida con los recursos que teníamos hasta el momento.
Es importante tener en cuenta que estas crisis y la resolución de las mismas dependen de: Nuestras estructuras subjetivas, es decir, de aquellas creencias que hemos construido, de la información que poseemos y de cómo procesamos el contexto que nos rodea. Por ello, cada persona transita su propio proceso y sus tiempos. Es notable que en una misma circunstancia una persona pueda experimentar un proceso crítico y otra no.
¿La crisis es siempre negativa?
Los efectos que puede producir una crisis vital a nivel emocional, suelen ser sufrimiento, tristeza y también angustia. Estas emociones pueden llegar a somatizarse con el paso del tiempo, puesto que el estado de ánimo tiene una enorme influencia sobre el bienestar físico, por ello es importante superarla.
Las crisis nos sitúan en un momento en el que las cosas mejoran o empeoran; Constituyen una oportunidad de aprendizaje y progreso, por lo tanto no siempre es imprescindible tener que evitarlas; Pueden presentarse, entonces, como un peligro y también como una oportunidad.
Por ello, es muy común que las situaciones límites o críticas de nuestra vida, tengan una cara de peligro y sufrimiento pero conlleven un cambio, es decir, nos permitan hacer nuevos planteos, evaluar posibilidades y tomar conciencia de nuestros valores y creencias y de esta forma, con esta innovadora claridad, cambiar muchos de los objetivos de nuestra vida o conocer hacia dónde la estamos dirigiendo, cuestiones que son muy difíciles de realizar sin pasar por estos momentos. En este punto es fundamentar tener cierta conciencia de cambio para poder dar el paso, a veces alarmante…. De hacer algo “Desacostumbrado”.
¿Qué tipos de crisis pueden acontecer?
Existen momentos en nuestro desarrollo que pueden desencadenar crisis. Este tipo es llamado evolutivo (relacionadas con el desarrollo en las distintas etapas de la vida). Pero también pueden ser situacionales (accidentales o repentinas, ocasionadas por causas externas no siempre previsibles).
-Crisis Vitales Evolutivas
De la infancia: puede aparecer al comienzo de escolaridad, ante la separación de los padres, y durante las modificaciones biológicas que se dan durante el crecimiento.
De la adolescencia: cambios en el cuerpo, separación simbólica del seno familiar, pertenencia a grupos de pares, decisiones sobre proyectos en el futuro (carrera, trabajo).
De la madurez: Suceden a veces relacionadas con la búsqueda de pareja y ante la situación vital de convertirse en padres y madres.
De la vejez: Jubilación, con los cambios que produce en el rol familiar, repercute en la ubicación de las personas que sienten que, de independientes, podrían pasar a ser dependientes.
-Crisis situacionales
Son frecuentes en relación con circunstancias accidentales o bien acontecimientos imprevisibles o inesperados, siendo algunos de los mismos:
Separación y /o divorcio.
Fracaso económico y pérdidas materiales.
Muerte y pérdidas de seres queridos.
Enfermedades físicas y psicológicas.
Adaptación a un nuevo trabajo, cambio de puesto.
Se eleva inicialmente la tensión debido al impacto del suceso externo y se produce ofuscamiento e irritabilidad.
1) La tensión persiste y aumenta por la incapacidad de enfrentar la nueva situación con la norma habitual de conducta, lo que provoca rabia e incertidumbre.
2) Al incrementarse la tensión, se movilizan otros recursos como reducción de la sensación de que la amenaza es externa, lo que permite redefinir el problema y pedir ayuda.
3) Si nada de lo anterior acontece, la tensión aumenta hasta provocar incapacidad y grave desorganización emocional.
¿Qué sensaciones se experimentan durante las crisis?
· Desorganización emocional, sentimientos de tensión, ineficacia y desamparo.
· Perturbación.
· Colapso.
· Confusión.
· Reducción de las defensas. Es decir que surge un sentimiento de desintegración: “Ya no queda nada por defender”
Las crisis no son generadas, por el suceso durante el cual emergen por sí mismo sino que se relacionan con el modo en que las personas lo perciben. También el anclaje de las crisis se ubica en cómo dicho acontecer incide en la experiencia vital de cada persona. Dependerá entonces de qué expectativas establecidas en la vida se han violado por los acontecimientos y qué conflictos personales inconclusos se hicieron evidentes por el proceso de crisis, para que un suceso se convierta en tal.
Conviene tener presente que hablar con un amigo, tomarse vacaciones, redefinir la situación, son decisiones favorables pero casi nunca alcanzan para mitigar la desestabilización que irrumpe durante las crisis.
Se aconseja que ante estas situaciones vitales conmocionantes, las personas afectadas opten por alguno o todos de los siguientes recursos:
· Pedir ayuda profesional.
· Descomponer el problema en fragmentos más manejables y tratarlos de a uno por vez.
· Confiar en sí mismo y en otros es decir, tener la convicción de que se tiene capacidad para resolver problemas.
· Frente a los sentimientos negativos que emergen, contemplar sentimientos positivos.
· Tolerar la frustración y darse tiempo para procesar la crisis.
· Hacer consciente que el proceso de crisis implica fatiga por desorganización y el esfuerzo de elaboración para salir adelante generando aspectos positivos.
· Permitirse el desorden que trae llanto y angustia, negación (para amortiguar el impacto) y sentimientos intrusivos (como la vivencia de dolor).
· Fuerza del yo.
· Historia personal respecto de procesamiento y actitud ante situaciones tensionantes.
· Existencia de cualquier problema de personalidad no resuelto.
· Bienestar físico.
· Recursos sociales: familia, amigos, compañeros de trabajo.
En este punto es imprescindible resaltar que la ayuda psicológica especializada favorece e incrementa la disponibilidad de recursos de las personas en situaciones de crisis.
Los terapeutas que nos ocupamos de ayudar a personas en crisis, denominamos terminación al estadio en que se comprueba que las personas pudieron:
· Enfrentar el suceso crítico.
· Identificar los pensamientos relativos al mismo e integrarlos a la cadena de sucesos de la vida de la persona.
En esos casos consideramos que:
· La experiencia ha sido progresiva.
· La persona posee un dominio cognoscitivo de la situación por lo que puede desarrollar nuevas estrategias de enfocar las crisis y la vida.
· Se ha producido un cambio en la conducta con un uso apropiado de los recursos externos.
Si, en cambio, ha surgido un empobrecimiento de la persona, la experiencia ha sido regresiva y la ayuda profesional para revertir la situación es fundamental.
En palabras del escritor y filósofo español Eugenio Trías Sagnier:
“En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra”.
¿Qué es una crisis?
Se trata de un estado temporal de trastorno y desorganización. Se caracteriza por la incapacidad de las persona para abordar situaciones particulares, utilizando los métodos acostumbrados que ponemos en marcha para la solución de problemas.
Pasamos por una crisis que llamamos vital, cuando no nos podemos enfrentar a los acontecimientos que se van sucediendo en nuestra vida con los recursos que teníamos hasta el momento.
Es importante tener en cuenta que estas crisis y la resolución de las mismas dependen de: Nuestras estructuras subjetivas, es decir, de aquellas creencias que hemos construido, de la información que poseemos y de cómo procesamos el contexto que nos rodea. Por ello, cada persona transita su propio proceso y sus tiempos. Es notable que en una misma circunstancia una persona pueda experimentar un proceso crítico y otra no.
¿La crisis es siempre negativa?
Los efectos que puede producir una crisis vital a nivel emocional, suelen ser sufrimiento, tristeza y también angustia. Estas emociones pueden llegar a somatizarse con el paso del tiempo, puesto que el estado de ánimo tiene una enorme influencia sobre el bienestar físico, por ello es importante superarla.
Las crisis nos sitúan en un momento en el que las cosas mejoran o empeoran; Constituyen una oportunidad de aprendizaje y progreso, por lo tanto no siempre es imprescindible tener que evitarlas; Pueden presentarse, entonces, como un peligro y también como una oportunidad.
Por ello, es muy común que las situaciones límites o críticas de nuestra vida, tengan una cara de peligro y sufrimiento pero conlleven un cambio, es decir, nos permitan hacer nuevos planteos, evaluar posibilidades y tomar conciencia de nuestros valores y creencias y de esta forma, con esta innovadora claridad, cambiar muchos de los objetivos de nuestra vida o conocer hacia dónde la estamos dirigiendo, cuestiones que son muy difíciles de realizar sin pasar por estos momentos. En este punto es fundamentar tener cierta conciencia de cambio para poder dar el paso, a veces alarmante…. De hacer algo “Desacostumbrado”.
¿Qué significa “Conciencia de cambio”?
Darse tiempo. Tener presente que, si bien quisiéramos encontrar la solución a lo que estamos atravesando en forma adecuada y rápida, en la mayoría de los casos es necesario transitar el proceso previo de descubrir el camino, superar miedos, desarrollar habilidades que desconocíamos, crecer, hasta que llega ese momento en que nuevamente nos podemos sentir seguros con esta nueva realidad.
¿Qué tipos de crisis pueden acontecer?
-Crisis Vitales Evolutivas
De la infancia: puede aparecer al comienzo de escolaridad, ante la separación de los padres, y durante las modificaciones biológicas que se dan durante el crecimiento.
De la adolescencia: cambios en el cuerpo, separación simbólica del seno familiar, pertenencia a grupos de pares, decisiones sobre proyectos en el futuro (carrera, trabajo).
De la madurez: Suceden a veces relacionadas con la búsqueda de pareja y ante la situación vital de convertirse en padres y madres.
De la vejez: Jubilación, con los cambios que produce en el rol familiar, repercute en la ubicación de las personas que sienten que, de independientes, podrían pasar a ser dependientes.
-Crisis situacionales
Son frecuentes en relación con circunstancias accidentales o bien acontecimientos imprevisibles o inesperados, siendo algunos de los mismos:
Separación y /o divorcio.
Fracaso económico y pérdidas materiales.
Muerte y pérdidas de seres queridos.
Enfermedades físicas y psicológicas.
Adaptación a un nuevo trabajo, cambio de puesto.
¿Cuáles son las etapas con que cursan las crisis?
Se eleva inicialmente la tensión debido al impacto del suceso externo y se produce ofuscamiento e irritabilidad.
1) La tensión persiste y aumenta por la incapacidad de enfrentar la nueva situación con la norma habitual de conducta, lo que provoca rabia e incertidumbre.
2) Al incrementarse la tensión, se movilizan otros recursos como reducción de la sensación de que la amenaza es externa, lo que permite redefinir el problema y pedir ayuda.
3) Si nada de lo anterior acontece, la tensión aumenta hasta provocar incapacidad y grave desorganización emocional.
¿Qué sensaciones se experimentan durante las crisis?
· Desorganización emocional, sentimientos de tensión, ineficacia y desamparo.
· Perturbación.
· Colapso.
· Confusión.
· Reducción de las defensas. Es decir que surge un sentimiento de desintegración: “Ya no queda nada por defender”
¿Qué es lo que da lugar a las crisis?
Conviene tener presente que hablar con un amigo, tomarse vacaciones, redefinir la situación, son decisiones favorables pero casi nunca alcanzan para mitigar la desestabilización que irrumpe durante las crisis.
¿A qué estrategias apelar para abordar las crisis?
Se aconseja que ante estas situaciones vitales conmocionantes, las personas afectadas opten por alguno o todos de los siguientes recursos:
· Pedir ayuda profesional.
· Descomponer el problema en fragmentos más manejables y tratarlos de a uno por vez.
· Confiar en sí mismo y en otros es decir, tener la convicción de que se tiene capacidad para resolver problemas.
· Frente a los sentimientos negativos que emergen, contemplar sentimientos positivos.
· Tolerar la frustración y darse tiempo para procesar la crisis.
· Hacer consciente que el proceso de crisis implica fatiga por desorganización y el esfuerzo de elaboración para salir adelante generando aspectos positivos.
· Permitirse el desorden que trae llanto y angustia, negación (para amortiguar el impacto) y sentimientos intrusivos (como la vivencia de dolor).
¿De qué recursos que pueden estar a disposición de las personas, dependen la intensidad y el curso de las crisis?
Las situaciones de crisis se atravesarán con características de mayor o menor intensidad y otros matices que se relacionan con:· Fuerza del yo.
· Historia personal respecto de procesamiento y actitud ante situaciones tensionantes.
· Existencia de cualquier problema de personalidad no resuelto.
· Bienestar físico.
· Recursos sociales: familia, amigos, compañeros de trabajo.
En este punto es imprescindible resaltar que la ayuda psicológica especializada favorece e incrementa la disponibilidad de recursos de las personas en situaciones de crisis.
¿Qué indicios tenemos de que ha concluido la crisis y de qué efectos produjo?
Los terapeutas que nos ocupamos de ayudar a personas en crisis, denominamos terminación al estadio en que se comprueba que las personas pudieron:
· Enfrentar el suceso crítico.
· Identificar los pensamientos relativos al mismo e integrarlos a la cadena de sucesos de la vida de la persona.
En esos casos consideramos que:
· La experiencia ha sido progresiva.
· La persona posee un dominio cognoscitivo de la situación por lo que puede desarrollar nuevas estrategias de enfocar las crisis y la vida.
· Se ha producido un cambio en la conducta con un uso apropiado de los recursos externos.
Si, en cambio, ha surgido un empobrecimiento de la persona, la experiencia ha sido regresiva y la ayuda profesional para revertir la situación es fundamental.
En palabras del escritor y filósofo español Eugenio Trías Sagnier:
“En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra”.
Encontrándonos - Por Mabel Faigenbaum
Armamos un equipo de trabajo. ¿Qué nos convoca? El deseo de trabajar juntos. Creemos en la potencia de lo grupal; a sabiendas de que allí se producen verdaderos acontecimientos.
Es en el encuentro con otros, que el ser humano se constituye. A través de miradas, caricias, palabras; una red que nos sostenga para poder ser. En ocasiones nuestros padres. Pero no necesariamente. Lo verdaderamente necesario es que se trate de otro humano, por lo tanto ser deseante.
Y es ante cualquier tipo de dificultad que se presente en nuestras vidas que buscaremos otros humanos. A veces con mayor conciencia, y a veces más instintivamente. Lo haremos en nuestra familia, amigos, y profesionales de la salud. Buscaremos palabras, oídos, un sostén donde detenernos y preguntarnos a nosotros mismos qué y para qué nos está ocurriendo lo que nos está ocurriendo.
Buscaremos una vez mas una red, una nueva y más acorde a nuestras circunstancias actuales.
Es así que nosotros, profesionales de la salud mental ubicadas en el contexto actual, social, político, económico, buscamos frente a la crisis esos nutrientes en nuestros colegas (palabras, experiencias, escritos, manos de donde agarrarse fuerte) y partimos del deseo común de trabajar y cambiar algo.
El deseo es nuestro faro que nos ilumina en el camino. Con la convicción de que en el encuentro con otros se produce una verdadera diferencia.
Es en el encuentro con otros, que el ser humano se constituye. A través de miradas, caricias, palabras; una red que nos sostenga para poder ser. En ocasiones nuestros padres. Pero no necesariamente. Lo verdaderamente necesario es que se trate de otro humano, por lo tanto ser deseante.
Y es ante cualquier tipo de dificultad que se presente en nuestras vidas que buscaremos otros humanos. A veces con mayor conciencia, y a veces más instintivamente. Lo haremos en nuestra familia, amigos, y profesionales de la salud. Buscaremos palabras, oídos, un sostén donde detenernos y preguntarnos a nosotros mismos qué y para qué nos está ocurriendo lo que nos está ocurriendo.
Buscaremos una vez mas una red, una nueva y más acorde a nuestras circunstancias actuales.
Es así que nosotros, profesionales de la salud mental ubicadas en el contexto actual, social, político, económico, buscamos frente a la crisis esos nutrientes en nuestros colegas (palabras, experiencias, escritos, manos de donde agarrarse fuerte) y partimos del deseo común de trabajar y cambiar algo.
El deseo es nuestro faro que nos ilumina en el camino. Con la convicción de que en el encuentro con otros se produce una verdadera diferencia.
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