El destino del
ser humano es el de relacionarse con otros. Su vida
comienza de esa manera, desde la unión de dos seres, dos células y un
contexto social. Hace a su condición y desde ahí se desarrolla una aventura
impresionante donde se fundan lazos, vínculos y grupos, aunados por poderosos
factores. Sobre este maravilloso tema,
quiero citar a dos autores: Rodolfo MOGUILLANSKY y Guillermo SEIGUER.
Psicoanalistas Argentinos, contemporáneos, quienes en su libro “La vida
emocional de la familia” recopilan y organizan un modelo de comprensión
sobre la vida familiar.
“Comenzamos a decir que cada familia tiene una serie de creencias
que, como una suerte de paradigma, establecen cómo es la realidad, desde qué es
lo razonable, a cómo se originó el
mundo. También, que las reglas
familiares y las ideas que las sustentan no necesitan fundamentarse, en tanto
son sentidas como coextensas con el mundo y la vida misma, al ser vividas como
naturales. Y que esta cualidad de lo natural impregnando las creencias familiares
se refleja en el modo de pensar de cada uno de los miembros que componen cada
familia, por el que cada uno, presupone que respecto de las relaciones familiares las cosas son así y que toda la gente piensa, o debiera
pensar de ese modo”.
“Nuestra
cotidianeidad está atravesada por estos sobreentendidos. Piera Aulagnier* señaló hace tiempo
que estas creencias que tienen el cariz
de certezas operan como referencias identificadoras. Cada nuevo yo que
adviene a una familia repite este discurso que, con características de lo
sagrado, impregna cada contexto familiar sin necesidad de ratificación ni
rectificación. Estas certezas
hacen a la identidad de cada sujeto, confirman su visión de sí, de su modo de
ser y del mundo”.
*Piera Aulagnier: Psiquiatra y Psicoanalista
Italiana (1923-1990)
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